En el edificio de la calle Hidalgo 140, en el barrio porteño de Caballito, las persianas del octavo piso siguen cerradas. Detrás de esa impermeabilidad permanece intacto el universo de una de las figuras más lúcidas de la cultura argentina. Beatriz Sarlo murió el 17 de diciembre de 2024 a los 81 años, y medio año después su herencia material, simbólica e intelectual está en plena disputa judicial. Libros subrayados con precisión quirúrgica, manuscritos, discos de jazz, notas y hasta su gata Nini están hoy en un tira y afloje entre su círculo íntimo, la Justicia y un encargado que se presenta como heredero.
Melanio Alberto Meza López, portero del edificio donde vivió la escritora durante los últimos 30 años, sorprendió a todos al presentarse en la Justicia como heredero del departamento y del cuidado de su gata Nini, Para eso, presentó un supuesto testamento escrito, según él, de puño y letra de Sarlo. Son dos cartas, fechadas el 9 de junio y el 2 de agosto de 2024. La escritora le encomendaría expresamente que “se haga cargo” de su departamento y de su gata tras su muerte.
El caso cayó en el Juzgado Civil N° 91, a cargo del juez Carlos Hugo Goggi. La pericia caligráfica será decisiva para confirmar la autenticidad de esos papeles que, según el abogado de Melanio, Carlos Félix Somaglia, cumplen todos los requisitos legales. Pero el escenario es más complejo de lo que parece. La pregunta de fondo, que resuena entre los libros de Walter Benjamin, las primeras ediciones de la Biblioteca del Pensamiento Socialista y los recortes anotados de la revista Punto de Vista, es una sola: ¿realmente Sarlo deseaba que su legado terminara en manos del portero de su edificio? ¿"Dejar a cargo" es lo mismo que legar?
David Oubiña, crítico literario, investigador y uno de sus colaboradores más cercanos, habló con NOTICIAS y afirmó: “El encargado tenía bastante relación con quien era la pareja de Sarlo, el director de cine Rafael Filippelli, no con ella. Pero cuando Rafael murió, el encargado se hizo más cercano. De hecho la asistió bastante los últimos años, como suelen hacer muchos encargados con personas mayores que viven solas. Sé que le hacía las compras cuando ella estaba resfriada, la visitaba y estaba ahí”. Sobre la veracidad de las dos cartas, uno de sus discípulos, aclara: “Podría ser su letra. No dudo de que ese documento sea verídico. Si lo peritan, probablemente descubran que es la letra de Beatriz. La reconozco. En todo caso, habría que ver en qué contexto y condiciones escribió ese texto. Habría que ver qué significa “quedás a cargo de mi departamento y mi gata”. Quedar a cargo supone una tarea, una responsabilidad. No es un regalo. Si yo le dejo a cargo mi departamento a alguien, es para que venga a pagar las cuentas y a regar las plantas, no para disfrutarlo”.
No es menor lo que está en juego. Sarlo no dejó hijos, padres, ni hermanos. Su único heredero forzoso sería su marido, el arquitecto Alberto Sato Kotani, con quien se casó en 1966 pero llevaban 50 años separados. Sin embargo Sato, que vive en Chile, fue excluido de la sucesión debido al largo tiempo de la separación en primera instancia por el juez, en un fallo que ahora la Cámara deberá revisar. Si su exclusión se mantiene y el testamento de Meza no es validado, el departamento y los bienes de Sarlo podrían terminar en manos del Estado porteño.
Entre tanto, quienes compartieron la vida intelectual y afectiva de Sarlo en sus últimos años observan el proceso con angustia. Sus amigos más cercanos: Adrián Gorelik, el propio David Oubiña, Adriana Amante, Hugo Vezzetti, Sylvia Saítta y Ada Solari, emitieron una carta pública exigiendo la reincorporación de Sato como heredero y alertando sobre el riesgo de que el archivo de Sarlo quede expuesto al abandono o a un uso indebido. Denunciaron, incluso, que parte de su discoteca habría sido ofrecida en venta en una disquería de Buenos Aires. "Nos preocupa que, habiendo sido apartado el heredero legítimo, no haya control sobre el departamento y sus contenidos de un incalculable valor cultural", escribieron.
Marco legal
Desde el punto de vista jurídico, la figura del testamento ológrafo es perfectamente válida en la Argentina desde la reforma del Código Civil en 2015. “Tiene que tener fecha, lugar, firma y estar escrito íntegramente de puño y letra del testador”, explica a NOTICIAS la abogada especialista en sucesiones María Laura Lazzara, titular de Abogando Familias. Y agrega: “El marido sería heredero forzoso, pero como estaban separados de hecho, se lo puede excluir (como ocurrió) por la reforma del código del 2015. Así, quienes se crean con derecho a poder solicitar esa herencia, inician el sucesorio y el testamento ológrafo va por esa senda”. Con gran recorrido en herencias de compleja resolución, Lazzara advierte: “Igualmente no alcanza con que exista el documento, debe pasar pericias caligráficas y comprobarse con otros elementos si esa era efectivamente la voluntad de la persona, en este caso, Sarlo. En los textos que vi, no está del todo claro que ella quisiera transferirle el dominio del departamento a Meza. Más bien parece que le pedía que lo cuidara”.
En paralelo al proceso judicial, late otra discusión sobre el legado intelectual de Sarlo. Dónde debería resguardarse su archivo, su biblioteca, sus anotaciones y sus borradores. Antes de morir, la ensayista pidió expresamente que ese material fuera al CeDInCI (Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas), y sus amigos cumplieron con esa voluntad. Pero aún quedan muchas piezas claves en el departamento de Hidalgo. Sobre el tema vuelve Oubiña: “El departamento sirve para el morbo. Se habla de su marido Alberto Sato, quien durante los últimos años fue su gran amigo, y del encargado, pero lo que preocupa es qué va a pasar si alguien quiere publicar, traducir o reeditar algún texto de Beatriz Sarlo. El portero no es heredero de sus derechos de autor. Si el juez le da el departamento, no garantiza la preservación del legado. Sylvia Saítta, la verdadera albacea, debería administrar esos bienes. Nadie quiere hacer dinero con el departamento. Lo único que queremos es garantizar su legado”.
Consultada sobre el rechazo popular del testamento ológrafo, la abogada y docente de la UBA, Lorena Inés Wutzke, aclara: “Pueden aparecer terceros acreedores y hasta herederos forzosos, pero nadie puede oponerse al testamento ológrafo si se comprueba su veracidad. En ocasiones, se intenta impugnarlo o afectarlo a algún acto fraudulento pero los peritos certifican su validez con cien por cien de exactitud. Si el resultado diera que Sarlo no tiene herederos, todo su patrimonio pasaría a manos del Estado”.
Sarlo fue una pensadora incómoda, aguda, capaz de incomodar tanto a la derecha como a la izquierda. Sus ensayos sobre literatura, política y medios marcaron una época. Fundadora de Punto de Vista, profesora en universidades del mundo, columnista filosa y analista del poder, lo cierto es que nunca buscó herederos sino interlocutores.
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