Axel Kicillof llegó último a la reunión del Consejo Federal de Inversiones en Paraná y se fue primero. Dejó su sello. No fue solo por su crítica a la apertura comercial que promueve Javier Milei sino por algo más estratégico: buscó marcar presencia en una cumbre atravesada por gobernadores no peronistas. Algunos de ellos, como Rogelio Frigerio, gobernador de Entre Ríos, le retrucaron en público pero luego compartieron mates en privado.
El movimiento de Kicillof no es menor. Mientras se endurece la pelea con Cristina Kirchner, explora un nuevo perfil: opositor al Gobierno nacional pero también dialoguista con sus pares, sin importar el color político. El objetivo no está en las fotos. Está en la agenda.
Durante el encuentro, el gobernador bonaerense planteó que la Argentina necesita redefinir su modelo de desarrollo. Usó el caso de Estados Unidos y el giro proteccionista de la era Trump como ejemplo del nuevo clima global: aranceles, defensa de la industria, intervención estatal. En ese contexto, dijo, abrirse al dumping es suicida.
En paralelo, en la provincia de Buenos Aires sigue la fricción con el kirchnerismo duro con la vista puesta en las elecciones del 7 de septiembre. Kicillof, al adelantar las elecciones, busca provincializar el debate, reducir el impacto de Milei en el Conurbano y, de paso, despegarse de un Frente de Todos que considera en estado terminal. La interna con Cristina tuvo su último capítulo cuando el gobernador decidió el desdoblamiento sin consultar. La respuesta fue el silencio.
Mientras tanto, el equipo de Kicillof arma listas propias para el Senado y la Cámara de Diputados provincial. Apunta a garantizar mayoría legislativa y consolidar poder propio. La Cámpora mira de reojo.
En Paraná, Kicillof dejó una frase: “Esto se resuelve de manera federal. Cualquier otra búsqueda será un fracaso y no una solución”. Lo dijo frente a Maximiliano Pullaro, Raúl Jalil, Sergio Ziliotto, Ignacio Torres y Rogelio Frigerio. Todos con sus propias tensiones, todos con problemas comunes: caída de la coparticipación, obras frenadas, presión fiscal. La reunión no dejó un documento conjunto, pero sí una postal: los gobernadores hablando entre sí, sin intermediarios. Y Kicillof, construyendo algo más que oposición.
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