Thursday 19 de June, 2025

SALUD | 09-06-2025 14:08

Sexo y salud mental

Tener relaciones íntimas una o dos veces por semana previene la depresión. La gran novedad es la frecuencia. El aumento en las ITS.

Algunos dicen, basándose en las teorías de gigantes como Charles Darwin y Sigmund Freud, que todo comienza y termina con él. Es el fenómeno que perpetúa la especie, instiga la creatividad, despierta pasiones y moviliza gran parte del conflicto en casa (y en el mundo). El sexo probablemente ha sido la esfera de la vida más practicada y encubierta a lo largo de la historia. Una paradoja que dictaba las reglas de la mente y el cuerpo, a menudo guiadas por instituciones religiosas.

Del pecado al placer, la actividad solo comenzó a despertar un verdadero interés en la medicina en el siglo XIX, cuando algunos curiosos decidieron mirar más allá de la reproducción y las enfermedades que se propagaban por el acto. Con Freud, en el cambio de era, las relaciones sexuales salieron de las sombras y comenzaron a liberarse de las ataduras morales. Y fue precisamente con la contracultura, en la década de 1970, que los científicos comenzaron a explorar, con menos modestia, pero aún lidiando con prejuicios, los matices fisiológicos y psicológicos de los momentos entre dos personas. Desde entonces, el mundo, las drogas y el sexo en sí han cambiado. Y ahora, nuevas investigaciones han consolidado su importancia para el vigor y la felicidad humanos.

Sexo y salud

El esfuerzo más reciente y ambicioso en este sentido provino de un estudio reciente y sólido que analizó datos de 15.794 estadounidenses de entre 20 y 59 años para intentar aclarar de una vez por todas un viejo debate: después de todo, ¿cuál es la frecuencia ideal para mejorar la salud mental? Los investigadores descubrieron que tener relaciones sexuales una o dos veces por semana protege la mente y ayuda a prevenir la depresión. La hipótesis desde la cual partieron los investigadores fue esa: "Si bien se sabe que la actividad sexual beneficia la salud física, su relación con el bienestar psicológico ha sido menos estudiada. Planteamos la hipótesis de que una menor frecuencia sexual autodeclarada se asociaría de forma independiente con una mayor probabilidad de depresión", explican los investigadores Mutong Cheng, Ruibin Yi y Zhongfu Zhang en el Journal of Affective Disorders.

¿Por qué los investigadores se dirigieron a la relación del sexo con al menos un aspecto de la salud mental? Porque el estudio de Carga Mundial de Enfermedades del año 2021 destaca a la depresión como un importante desafío para la salud pública, con años vividos con discapacidad estimados en 713 por cada 100.000 habitantes, una tasa de prevalencia de 4.212 por cada 100.000 y una tasa de incidencia de 4.529 por cada 100.000.

Sexo y salud

"Conocemos desde hace décadas la relación bidireccional entre la salud mental y la sexual, pero la gran novedad de este análisis fue poder demostrar una frecuencia adecuada", afirma la psiquiatra Carmita Abdo, profesora de la Universidad de San Pablo (Brasil). Por supuesto, la conclusión no ofrece una fórmula mágica: existe todo un contexto que debe tenerse en cuenta para que el sexo sea terapéutico. Indicadores como este pueden fluctuar con el tiempo y en diferentes momentos históricos. Lo que no cambia, como han demostrado varios estudios recientes, es la estrecha relación entre las relaciones sexuales y la salud mental.

"Independientemente de la orientación sexual, la actividad sexual ofrece beneficios como un mayor bienestar y calidad de vida, lo que impacta significativamente en la salud mental —indica el estudio—. Durante la pandemia de COVID-19, una encuesta online mostró que quienes no tuvieron actividad sexual durante el confinamiento enfrentaron un mayor riesgo de ansiedad y depresión en comparación con las personas sexualmente activas".

En el caso de la depresión, un estudio reciente con más de 2.400 pacientes confirma que casi la mitad no respondió adecuadamente a la medicación. Los efectos secundarios (incluso en la libido), la baja adherencia al tratamiento e incluso el abandono del mismo son una realidad. Por eso se refuerza tanto la importancia de los buenos hábitos para mejorar la salud mental. Uno de ellos es la actividad física, otro llevar una alimentación saludable. Y, no menos importante, el sexo también influye.

Sexo y salud

La bioquímica lo explica. El sexo hace que el cerebro libere neurotransmisores que afectan el estado de ánimo y la energía, como la oxitocina, las endorfinas y la dopamina. Pero para que estos efectos se cristalicen en el cuerpo, la frecuencia es importante. Pero aunque la regularidad es importante en este caso, nadie debería buscar una cifra mágica para salvar su cuerpo. Los expertos creen que la frecuencia indicada por los estudios se basa en un promedio. Lo que debería dictar el juego es el placer. Además, según la etapa de la vida, la libido tiende a disminuir o aumentar. “Si bien hay jóvenes que pueden querer tener sexo todos los días, es absolutamente normal que la frecuencia baje a una vez cada dos semanas después de los 60 o 70 años sin que haya ninguna anomalía”, afirma Abdo. De hecho, quien piense que los seres humanos se retiran de la vida entre cuatro paredes se equivoca: este es otro mito más sobre el envejecimiento, aunque las enfermedades crónicas durante esta fase pueden limitar el aparato físico y psicológico.

El cuerpo. Los griegos creían en la práctica del coito como una forma de aliviar los trastornos mentales. La medicina tradicional india, a su vez, enseña que la energía sexual es inseparable del bienestar físico y espiritual. Todo está, en cierto modo, conectado, y la ciencia suscribe algunas de estas ideas.

Más allá de la salud mental, las investigaciones revelan que las sesiones regulares de ejercicio en la cama mejoran la frecuencia cardíaca y revitalizan las arterias con un flujo sanguíneo, todo lo que el corazón necesita. Otros análisis, respaldados por datos poblacionales, destacan que el sexo está estrechamente vinculado con la longevidad, reduciendo, entre otras cosas, el riesgo de complicaciones derivadas de la diabetes.

Pero, como es una vía de doble sentido, es necesario estar bien, tanto en cuerpo como en alma, para disfrutarlo. Así como el sufrimiento emocional afecta el deseo, las disfunciones orgánicas tienden a comprometer la orquesta hormonal o incluso la circulación en los genitales. «Existe una fuerte relación entre la desregulación hormonal y la disminución de la libido», explica la endocrinóloga Karen de Marca, vicepresidenta de la Sociedad Brasileña de Endocrinología y Metabolismo. Diabetes, menopausia, problemas de tiroides, son algunas de las afecciones que alteran este equilibrio de sustancias que pueden repercutir a nivel de la actividad sexual.

Además, el mismo fenómeno de formación de placa que obstruye las arterias del corazón puede obstruir los vasos del pene, provocando la tan temida disfunción eréctil. Aunque las pastillas de la clase Viagra, otra revolución sexual que comenzó a finales de los 90, ayudan a superar el drama, un buen chequeo médico y la adopción de hábitos saludables siguen siendo imprescindibles.

Sexo y salud

Tanto en la cama como fuera de ella, los comportamientos también se han transformado. Lo que antes se consideraba un fetiche o una desviación, ahora se ha convertido en una forma de ser feliz y devolver la sensación a la otra persona.

En este sentido, la industria de los juguetes sexuales creció en los últimos años, con un aumento anual proyectado de alrededor del 7 % hasta 2026. Otro factor de impulso puede provenir del contenido para adultos, que impulsa sus propias redes sociales y el universo más controvertido de la pornografía. En este caso, se requiere moderación; de lo contrario, puede convertirse en una adicción. “La compulsión por la pornografía puede ser devastadora”, afirma la psiquiatra estadounidense Anna Lembke, autora del bestseller Dopamine Nation.

La búsqueda de una vida sexual activa fue un gran tabú, pero aún existen obstáculos que superar en el siglo XXI. Desde la restricción de la curiosidad de las mujeres sobre sus propios cuerpos hasta las distorsiones del rendimiento en la cama, alimentadas por vídeos explícitos, lo cierto es que la humanidad aún enfrenta miedos y tensiones en lo que respecta al sexo. Y ha surgido una nueva barrera, impuesta por las largas jornadas laborales y la inmersión en las redes sociales. La gente está cansada.

 

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