Carolina Kleinman lleva más de dos décadas construyendo una marca que es, en partes iguales, un manifiesto estético, un proyecto colaborativo y una forma de vida. Creció entre telas y costuras, en la tienda que su madre tenía en Buenos Aires en los años 80, y fue ahí, jugando entre mesas de corte y modistas, donde empezó a diseñar sus propios vestidos y polleras. Su espíritu inquieto la llevó a estudiar actuación y música en Los Ángeles, pero pronto encontró que su verdadera pasión se hilaba mejor entre tejidos artesanales que entre partituras: desde hace 20 años, Carolina K mezcla colores, culturas y texturas en prendas que celebran lo ancestral y lo contemporáneo.
El proyecto nació casi como un acto de intuición. Con su primera colección, una manta mexicana y una valija llena de ropa, Kleinmann llegó a Nueva York y vendió todo en dos días. Desde entonces, tejió la identidad de su marca viajando por el norte argentino, Bolivia y Perú; viviendo en Cuzco y en pueblos cercanos a Ciudad de México; montando cooperativas de artesanos y trazando vínculos duraderos con comunidades que hoy logran preservar técnicas que estaban en extinción. En 2014 abrió su primera tienda física en Williamsburg y luego desembarcó en Miami como parte del universo Faena, para quien diseñó hasta los uniformes del hotel. Hoy, con nuevo local en el Design District y una línea que incluye homewear, estampas y colaboraciones con artistas internacionales, entrar a su local es sentirse un poco en Argentina: el sol de la bandera se luce con un mural en el techo y es posible encontrar hasta alfombras antiguas de Santiago del Estero.
Noticias: Trabaja con artesanos, ¿cómo gestiona el comercio justo?
Carolina Kleinman: Es un tema que me importa muchísimo. Cuando empecé a trabajar con los artesanos, yo vivía en esos mismos lugares. Vivía en Cuzco con toda mi familia, me iba a las cárceles a comprar los textiles. Así que trabajar con los artesanos fue un modo de vida. Los ayudaba a ellos a organizarse, a veces empezaba comprándoles algo que ya tenían, y con la segunda tanda les mandaba los hilos e íbamos por diseños un poco más elaborados. Es un poco jugado, porque a veces hay órdenes que completar y quizás no llegan. El trabajo artesanal es súper delicado, se tarda un montón. Hay que conocer a los artesanos, crear un vínculo, confianza. Y ellos tienen que saber que estás ahí para ayudarlos. En cada tarjeta de Carolina K dice quién hizo la prenda y cuánto se tardó. Y son caras las piezas, porque empiezan en US$100 de costo. Hoy, que hay mucha apropiación cultural, la gente suele pensar que uno está tomando ventaja. Pero para mí esta marca se formó para darles crédito y apoyo a los artesanos. Hay comunidades con las que trabajo hace más de 15 años.
Noticias: ¿Es valorado esto de hacer productos únicos en un mundo con tanto en serie, especialmente en Estados Unidos?
Kleinman: Siento que se valora. Aunque también siento que en la pandemia todos empezaron a decir que eran sustentables, cuando no les importaba. Pero cuando hacés las cosas en un buen sentido y con buena intención, eso con el tiempo se valora. Y cuando tenés esa tenacidad de seguir forjando tu camino indistintamente de qué pasa alrededor, sentís esa autenticidad y esa valorización. Estoy en una zona donde hay muchas cosas globales, y muchas veces la gente entra y dice: "Uy, al fin algo diferente". Siempre les contamos la historia detrás de cada producto, y a la gente le fascina.
Noticias: Al mismo tiempo, está siendo embajadora de lo latino.
Kleinman: Creo que fui una de las primeras personas en juntar todas estas marcas y darles apoyo a otros. Para mí no es competencia, es ayudarse mutuamente y darle visibilidad a gente que tenía una difusión menor. Así como le di visibilidad a los artesanos, también se la di a otros diseñadores latinoamericanos. Para mí eso es fundamental. Cuando empecé, no había tantas redes sociales, lo mío era una forma de vida. No lo hacía ni para compartir una historia ni para que lo viera la gente. Dentro de esa misión también tengo la de devolver, por lo que dono el 5% de todas las ventas online a diferentes organizaciones. Eso también es lo que me hace querer continuar en esta industria que nunca frena. Siempre supe que quería trabajar por una causa mayor que la rentabilidad individual.
Noticias: ¿Cuántas piezas hace por año?
Kleinman: Puedo tener entre 50 y 60 productos, no todos terminan siendo producidos, y muchos son de cantidad limitada. Tengo una producción grande pero que sigue siendo chica para retail, es una escala pequeña. No tengo inversores ni socios, me gusta mantener algo más curado y boutique. Que la gente se sienta especial, que hay poco de eso en el mundo. Y ahora estoy haciendo una colaboración secreta con una top model internacional.
Noticias: ¿Cómo ve el estilo de las argentinas? ¿Nos animamos más o seguimos muy minimalistas y muy en los colores beige, blanco y negro?
Kleinman: Creo que se están poniendo más cancheras. En Argentina siempre hubo sentido del estilo, el tema es buscar uno propio y no estar siempre mirando afuera. Es inevitable mirar el mundo, pero estaría bueno mirar más adentro de uno. Ver lo que nos resuena y ser auténticos, porque es la única manera de perdurar.
Noticias: ¿Le importa la moda o trata de no darle bolilla para no influenciarse?
Kleinman: Creo que estamos todos influenciados porque todos miramos redes sociales y vemos lo que pasa. Pero cuando algo está muy saturado, voy en contra. Y nunca miro ni los colores de moda ni lo que se viene. De hecho, a veces siento que hago cosas cuando la gente todavía no las entiende, y después se vuelven más virales. Hice hace mucho las botas con todo lo étnico o las carteras con los textiles, y hoy las marcas más globales lo hacen.
Noticias: ¿Es su primera clienta?
Kleinman: Sí. Pero trato de ser inclusiva y estoy muy atenta al cuerpo de la mujer. Me encanta ir por la calle y ver una mujer vestida de Carolina K. Pareciera que es caro, pero cuando resulta que es una pieza que te va a durar toda la vida, que la tela es orgánica, que es hecho a mano, te das cuenta del valor. Trato de que la gente entienda que en vez de esa satisfacción inmediata de ir a una marca de fast fashion y comprarse tres o cuatro cosas, a las que a veces ni les sacan la etiqueta y les dura poco, se pueden comprar una cosa buena y les durará por años.
Noticias: ¿Cómo es la mujer Carolina K?
Kleinman: Le gusta la cultura, los viajes, los colores, le gusta destacarse. Se pone mi ropa y se empodera. A veces tengo prendas que se usan de diferentes maneras, para que uno se divierta. Siempre hay creatividad dentro de la manera de vestirse. A pesar de que las piezas tienen trabajo intricado, lo hago de una manera que igual puedas seguir usándolas y no te canses.
Noticias: En una época donde en Estados Unidos desde el poder hay tanto ataque a los inmigrantes, ¿siente que su labor de reunirlos los reivindica?
Kleinman: No lo había pensado, pero creo que está bueno. Hoy estoy apoyando a mucha gente latinoamericana, pero también trabajo con artesanos de Portugal, Marruecos, India. El cielo es el límite. Quiero seguir viajando por el mundo y apoyando diferentes cooperativas.
Noticias: La suya es la historia de la argentina que triunfa afuera, ¿le gustaría ser profeta en su propio país?
Kleinman: Me encantaría vender en Argentina. Tengo mucha gente que me pregunta. Lo que pasa es que por mucho tiempo fue imposible enviar cosas y hasta era difícil vender online. Si eso se soluciona, sería un gran objetivo. Sigo viniendo mucho a Argentina, hace poco fui a Salta e hice el camino de los artesanos. Mi idea es poder volver a la patria y trabajar más todavía con el país, produciendo más allá.
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