Cristóbal López y Fabián De Sousa tienen algo que no se enseña: olfato para los negocios y la guerra. Cuando estuvieron presos, tres personas manejaron el Grupo Indalo: Ignacio Vivas, Julián Leunda y Carlos Infante. Vivas ofició de CEO, Leunda de relaciones institucionales e Infante manejó los medios. A los tres les prometieron un lugar en la mesa de accionistas como agradecimiento. Pero no todos aceptaron: Infante, con 75 años y ganas de pisar tierra firme, cobró la indemnización y se fue sin mirar atrás. Vivas (40) y Leunda (34) decidieron quedarse. Pero la promesa de convertirse en accionistas se demoró mucho.
La paciencia de los futuros accionistas se acabó y lo que empezó como un buen gesto terminó en un golpe de Estado silencioso: Leunda y Vivas, conociendo las artes de De Sousa, intentaron un audaz movimiento que ya lo habían visto en el pasado: ordenaron a los gerentes que ni se les ocurriera atenderle el teléfono a López. Cuando el dueño se enteró, enfureció y lanzó una frase que anticipaba la guerra: “Estos pibes se olvidaron de quién es el dueño”.
La reacción de López no fue improvisada. Ya venía masticando bronca y estaba con la sangre en el ojo por una sospecha de infidelidad de Leunda. El año pasado, esta revista contó cómo López intentó quedarse con un área petrolera que YPF vendía en Río Negro. Lo curioso de aquel episodio era que López competía en dos sociedades, por un lado con su amigo de Comodoro Rivadavia, Juan Ignacio González Pedroso, y por otro con De Sousa. Leunda estaba con De Sousa y la nota cayó como un balde de agua fría en la interna.
Se supo que López había intentado poner un pie en Venezuela, y el embajador de entonces en aquel país, Oscar Laborde, compartió una foto en X en la que estaba junto al empresario y Delcy Rodríguez, la vicepresidenta de Nicolás Maduro. La foto tuvo una leve viralización en el círculo rojo y llegó a manos de De Sousa enviada por Daniel Hadad y el mensaje: “Tu socio siempre está del lado equivocado”. Hasta ahí, López no tenía mayores problemas. El enojo surgió cuando Clarín replicó la noticia. Para López, la amistad de Leunda con Ricardo Roa, el segundo de Clarín, fue lo que motorizó que la nota haya tenido repercusión. El negocio se cayó y la bronca de López quedó atragantada.
Al empresario también le hizo ruido que su socio De Sousa recompusiera la relación con Mauricio Macri. Porque para Cristóbal, Macri es sinónimo de cárcel: durante su gobierno, López y De Sousa durmieron en una celda. Además, suma a esa lista a Fabián “Pepín” Rodríguez Simón, Orlando “Orly” Terranova y Nicolás “Nicky” Caputo, quienes aprovecharon esa estadía en el penal de Marcos Paz para querer quedarse con todo el Grupo. De Sousa tomó un café con Macri en Villa La Angostura y otro en sus oficinas de la calle Costa Rica. A López no le gustó nada, pero Fabián lo justificó diciendo que él no guarda rencor, porque siente que eso no le permite mirar hacia delante. Es más, en su foto de Whatsapp tiene la frase: “Tu futuro te necesita, tu pasado no”. López es todo lo contrario. Todavía espera paciente la oportunidad para cobrarse el tiempo que no pudo pasar con sus hijos e incluso el miedo que tuvieron ellos de ir presos también.
Uno de los motivos por los que López tomó el control de C5N es porque no le cayó en gracia que en su canal le dieran aire a un discurso de Macri en la campaña de Silvia Lospennato. Cualquier cosa que huela a Macri es un insulto para Cristóbal.
Estallido
El viernes 23, la tensión reventó. Veinte gerentes del Grupo Indalo fueron convocados para una reunión sorpresa con López y De Sousa. El lugar: la oficina de Puerto Madero que hasta hacía poco usaban Leunda y Vivas y a la que ya no pueden entrar. El ambiente estaba cargado. López con el ceño fruncido, De Sousa intentando calmar las aguas. Cuando todos se sentaron, López cortó el hielo con un gesto seco: “Bueno, Fabián, arranca vos que esta es tu gente”. De Sousa habló de agradecimientos, de los años duros en la cárcel, de la lealtad. Intentó darle la palabra a Cristóbal, pero López le ordenó: “Seguí, seguí”. Y De Sousa soltó la bomba: “Cristóbal va a tomar el control de la empresa holding y se van a reasignar las responsabilidades”. Así, López tomó, por primera vez desde que lo compró, el timón de los medios C5N y Radio 10. En esa reorganización también pasará a controlar la constructora, los servicios petroleros y la aseguradora. De Sousa manejará los inmuebles, el negocio del petróleo y gas, y AlPat, la planta de potasio de Sodio en Río Negro. Fue una división quirúrgica que puso fin a la interna.
Para redondear la reunión, López soltó una frase que los paralizó a todos: “El que le atienda el teléfono a Leunda o a Vivas va a tener un problema personal conmigo”.
Con esa amenaza, cerró el encuentro general, los hizo salir a todos y los fue llamando uno por uno para una charla mano mano.
Mientras tanto, Leunda y Vivas quedaron, por ahora, afuera de la mesa de accionistas. De Sousa les prometió que seguirán trabajando con él y que, en algún momento, podrán tener su parte. Será un desafío personal para De Sousa destrabar esto porque, en la cabeza de López, la puerta se cerró.
La nueva era del Grupo Indalo empezó con un portazo. Y con Cristóbal al mando. Porque, como él mismo dijo, “estos pibes se olvidaron de quién es el dueño”. Y ya nadie se anima a discutirlo.
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