En el refinado microcosmos del Four Seasons Hotel Buenos Aires, Elena se consagra como mucho más que el restaurante insignia de la casa: es un auténtico laboratorio de sabores que, sin perder la estampa de la alta gastronomía, abraza con naturalidad la fusión entre lo autóctono y lo internacional. Cada fin de semana, su carta se convierte en un viaje multisensorial pensado para sibaritas locales y huéspedes internacionales, con especial guiño a los visitantes norteamericanos que buscan en cada plato un equilibrio entre aventura culinaria y confort emocional.
La propuesta de fines de semana de Elena mezcla con destreza cortes clásicos argentinos, platos de inspiración mediterránea y versiones sofisticadas de los hits de la cocina estadounidense, en un menú que refleja tanto la identidad porteña como el cosmopolitismo de sus comensales.
Sabores locales
Los íconos de la cocina argentina tienen un lugar de honor. La provoleta de cabra ($21.500), servida con damascos, cebolla morada y cilantro fresco, renueva el clásico plato de parrilla en una versión liviana y aromática. A su lado, la empanada de lomo cortada a cuchillo ($8.400) respeta la mejor tradición criolla, con una masa dorada y un relleno jugoso que apuesta por la pureza del sabor.
Para los paladares más audaces, las mollejas ($32.500) se presentan crocantes por fuera y tiernas por dentro, acompañadas de limón fresco y papas rotas, mientras que el buñuelo de acelga especiado ($3.800), con su bagnacauda tibia, aporta ese toque de cocina casera pero reimaginada con mano experta.
La selección de entradas se completa con platos como el tiradito de truchón ($9.500), refrescante y vibrante con cebolla morada, chile y un baño de salsa de soja; el carpaccio de bife angosto ($4.200), servido con chipá crocante y alioli de ajo negro; y el irresistible camembert tibio con jamón de pato y mermelada de olivas ($4.400), ideal para compartir.
El pulso mediterráneo
Elena también mira hacia el mar con propuestas que celebran la frescura de los frutos de mar. Las rabas con tártara y tomate picante ($15.200) son un hit informal pero perfectamente ejecutado, mientras que los mejillones a la marinera ($14.000) transportan al comensal directamente a una taberna gallega, eso sí, con las pulcras formas de un servicio cinco estrellas.
Mención aparte merece el pulpo a la gallega ($76.200), probablemente uno de los platos más impactantes de la carta por su cocción precisa, sus papines andinos y el toque ahumado del pimentón de Cachi. Para quienes buscan algo aún más suculento, el arroz negro con mejillones, calamar, langostinos y nduja ($50.400 por porción individual / $79.800 para compartir) ofrece un despliegue de texturas y sabores marinos que coquetea con el lujo.
Paladar norteamericano
Fiel a su vocación cosmopolita, Elena incorpora en su carta platos que dialogan con la nostalgia y las costumbres de sus huéspedes estadounidenses. La milanesa de bife angosto estilo New York Strip ($84.000 para compartir) combina papas "a caballo" (fritas con huevos) y una fresca ensalada de rúcula, parmesano y tomates confitados.
También sobresalen las ribs a la barbacoa ($36.800), generosas, tiernas y glaseadas a la perfección, acompañadas por un puré de papas al ajo negro y hinojo fresco. Y para quienes prefieren la cocina casera en su versión más clásica, la suprema napolitana con papas fritas provenzal ($34.700) honra a la vieja escuela con una ejecución impecable.
Los amantes de los cortes premium encuentran su festín en el bife ancho dry age madurado 60 días ($102.900), que se sirve acompañado de papas a la crema y ensalada mixta, en una puesta en escena que respira lujo y tradición.
Pastas, arroces y veggie
La carta también ofrece opciones para quienes buscan platos vegetarianos o basados en vegetales. Los agnolotis de ricota cítrica ($26.300 individuales / $46.100 para compartir) con tomate reliquia, alcaparras, olivas griegas y jamón crudo, son una oda al equilibrio entre frescura y untuosidad.
La casereccia con crema trufada de queso y brócoli ($27.900 / $47.200) despliega un aroma irresistible apenas llega a la mesa, mientras que el risotto de hongos con queso Patagonzola ($43.900 / $74.500) se convierte en una de las elecciones más reconfortantes del menú.
Entre los principales destaca también la milanesa de berenjena ($22.700), acompañada de ensalada de papa, huevo y chaucha, un plato que combina sencillez, color y sabor en perfecta armonía.
Como en casa pero mejor
El broche de oro en Elena es, sin dudas, su mesa de postres rodante: una selección de dulzuras que evocan el universo maternal, pero bajo la lupa de la alta cocina. En el carrito desfilan tortas artesanales, flanes cremosos, alfajores caseros y otras sorpresas que varían según el día, invitando a prolongar la sobremesa en una atmósfera de lujo relajado.
Cada postre, aunque pueda recordar a las meriendas de la infancia, lleva la impronta de la técnica, los ingredientes de altísima calidad y la puesta en escena elegante que distingue a todo el servicio de Elena.
Con su carta de fines de semana, Elena confirma su identidad: una cocina que no tiene miedo de abrazar lo propio y lo foráneo, de tender puentes entre culturas, de homenajear la memoria afectiva de sus comensales mientras ofrece, a cada paso, la experiencia refinada que solo un grande como el Four Seasons puede garantizar.
En cada plato, en cada detalle del servicio, Elena cuenta una historia: la de una gastronomía viva, contemporánea y profundamente porteña, pero siempre abierta al mundo.
por R.N.
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