Wednesday 14 de May, 2025

OPINIóN | Ayer 06:48

Los dos proyectos de los hermanos Milei

El Gobierno navega entre el fundamentalismo de Javier y el pragmatismo de Karina. Por qué él no puede sostenerse sin ella.

De tomarse al pie de la letra lo que dice en las arengas furibundas que tanto le encanta pronunciar, Javier Milei es un hombre extraordinariamente ambicioso que se cree de dimensiones históricas. Además de hacer del mundo entero un paraíso libertario sin parásitos de la casta, sectarios puritanos woke, mandriles asquerosos ni periodistas ídem, aspira a cambiar por completo la Argentina para que lidere la gran transformación que se supone destinado a protagonizar.

¿Y Karina Milei, “el jefe”?  A juzgar por las intrigas entre bambalinas a que la dama se presta, es mucho más pragmática que su hermano al que no le gusta para nada bajar a la tierra e intervenir en asuntos que le parecen insignificantes. Lo que quiere la secretaria general de la presidencia y número dos de facto del gobierno nacional es aprovechar el poder que Javier ha acumulado para construir un movimiento político personalista sin que le importen demasiado los detalles metafísicos o ideológicos de lo que está haciendo.

Los dos proyectos así resumidos están íntimamente relacionados pero no son idénticos. En verdad, podrían ser incompatibles. Para alcanzar las metas económicas y culturales que Milei se ha propuesto, le convendría contar con el apoyo decidido de los muchos que, en términos generales, entienden que la Argentina necesitará dejar atrás cuanto antes el orden corporativista, de raíces eclesiásticas y pre-capitalistas que se ve representado por el peronismo y corrientes afines de origen radical, pero que por diversos motivos no quieren ser militantes de La Libertad Avanza. Sin embargo, para Karina las ideas son lo de menos; a su juicio, hay que subordinar absolutamente todo a la lealtad personal, razón por la cual está resuelta a eliminar a Mauricio Macri del tablero. Desde su punto de vista, no hay lugar en el firmamento político nacional para dos o tres soles, por nublados que fueran los menores. Lo de primus inter pares le parece una aberración.

El que Karina Milei piense así puede comprenderse. Lo mismo que tantos otros, da por descontado que la Argentina es un país “hiperpresidencialista”, es decir, verticalista, caudillista, de instintos monárquicos, que propende a sentirse perdida cuando el poder se difunde entre muchos individuos. Fue por tal razón que, hace un par de años, la mayoría, que antes había respaldado con entusiasmo similar a Juan Domingo Perón, Carlos Menem y Cristina Kirchner, optó  por remplazar la casta, o sea, la clase gobernante en su conjunto, por una sola persona que tendría que improvisar un partido propio sobre la marcha.  

Por novedosos, para no decir revolucionarios, que en el contexto argentino sean los planteos socioeconómicos del libertario, las nociones políticas de los estrategas principales de La Libertad Avanza, Karina y Santiago Caputo, difícilmente podrían ser más tradicionalistas. Lo que quiere esta pareja mal avenida es que Milei emule a Perón que, con la ayuda de ideas que estaban en boga cuando iniciaba su espectacular carrera pública, creó en torno suyo un movimiento que dominaría la Argentina durante décadas y que, a pesar de su aporte mayúsculo a la prolongada decadencia del país, sigue influyendo profundamente en el pensamiento del grueso de sus habitantes. Aunque los decididos a sacar el máximo provecho de la popularidad de Milei han elegido un ideario que es llamativamente distinto de aquel de los caudillos peronistas que lo antecedieron, la manera en que operan se asemeja mucho a la de quienes les sirvieron de consiglieri.

Desde el punto de mira de los inclinados a privilegiar el proyecto económico de Milei, el asalto libertario al bastión porteño de los macristas ordenado por Karina carece de lógica. ¿Por qué dividir al electorado que está a favor de las medidas tajantes que ha tomado el gobierno en su esfuerzo, que hasta ahora ha sido bastante exitoso, por curar al país de la enfermedad inflacionaria que tantos males le ha provocado y dotarlo de las estructuras financieras que precisará para disfrutar de una etapa prolongada de crecimiento vigoroso? Por motivos netamente políticos, dirán los decididos a impedir que el expresidente Macri desempeñe un papel significante en el nuevo orden, Parecería que no les preocupa del todo el riesgo de que, merced a lo que están diciendo y haciendo en la Capital Federal, pierdan en la provincia de Buenos Aires donde el peronismo, atrincherado como está en los distritos más ruinosos del conurbano, sigue siendo muy fuerte.

De haberse abstenido los libertarios de chocar contra los macristas en la Ciudad de Buenos Aires, la posibilidad -mejor dicho, la probabilidad- de que Leandro Santoro, un candidato que, acaso injustamente, muchos califican de kirchnerista, saliera primero de la carrera entre las 17 cabezas de lista, hubiera sido escasa, pero aun cuando sólo sería cuestión de un triunfo acotado en elecciones legislativas de importancia limitada, nadie ignora que tal eventualidad tendría un impacto en la opinión pública no meramente local sino también internacional.

Después de todo, una razón por la que muchos inversores extranjeros son reacios a probar suerte en la Argentina a pesar de sentirse debidamente impresionados por lo ya hecho por el gobierno de Milei, consiste en el temor a que, tarde o temprano, los peronistas, incluyendo a los kirchneristas, regresen al poder para entonces ponerse a restaurar el modelo populista que, con su motosierra emblemática, el anarco-capitalista está tratando de desmantelar. Puede que tales temores estén exagerados y que la población ya se ha reconciliado con el rigor fiscal por entender que es la única alternativa sensata pero, en vista de la trayectoria desafortunada del país en materia económica, es innegable que son racionales.

De más está decir que los libertarios que responden a Karina no son los únicos responsables del desopilante embrollo político porteño. También aportó el ex presidenciable Horacio Rodríguez Larreta que se ha concentrado en criticar la gestión de Jorge Macri que, insiste, no ha hecho lo suficiente como para mantener limpio el espacio público. Conforme a las encuestas más recientes, el ex alcalde privará a la macrista Silvia Lospennato de casi el diez por ciento de los votos que de otro modo recibiría. Sea como fuere, no es que los porteños se hayan convencido de que una variante del peronismo sería preferible al liberalismo atribuido al Pro, sino que muchos tienen derecho a sentirse confundidos ante la proliferación de listas.

Al imputar a Karina la brecha creciente que lo separaba de Milei, el fundador de Pro violó una regla no escrita según la cual hay que tratarla con extrema delicadeza porque, desde niño, el presidente depende psicológicamente de ella. En vista del rol político que cumple, el que muchos preferirían minimizar su influencia es un tanto extraño. También lo es que Milei se las haya arreglado para adquirir la reputación de ser extraordinariamente firme cuando es cuestión de manejar la economía pero de ser tan débil anímicamente que, sin el apoyo constante de su hermana, en cualquier momento podría perder los estribos. Su función, pues, es contenerlo.

No ha sido muy exitosa. De todos los mandatarios del mundo, Milei es el más propenso a cubrir de insultos soeces a los que, por cualquier motivo, en su opinión merecen su desaprobación. En este ámbito, ni los castristas, que llaman “gusanos” a sus enemigos, ni los peronistas que se sienten alarmados toda vez que ven “gorilas” en el vecindario, pueden igualarlo.

¿Lo beneficia a Milei la coprolalia propia de quienes sufren Síndrome de Tourette, que es una de sus características más llamativas?  A lo sumo, lo ayuda a destacarse en las zonas más fétidas del ciberespacio donde, según quienes las frecuentan, cuenta con un sinfín de simpatizantes jóvenes, pero es de esperar que los que festejan sus alusiones escatológicas a mandriles y así por el estilo constituyan una minoría muy reducida. Lejos de permitirle congraciarse con las franjas del electorado que tendrá que conquistar para que su proyecto se consolide, sólo servirá para brindarles pretextos para oponérsele.

Aunque de vez en cuando Milei se ensaña con los kirchneristas, los blancos favoritos de sus dardos verbales siguen siendo periodistas que, si bien aplauden lo que está haciendo en el frente económico, lo tratan como si fuera un mortal común, lo que los admiradores más fanatizados del presidente toman por un crimen de lesa majestad. Es lo que piensan sus amigos del mundo digital que quisieran ver encarcelados, o peor, a tales malhechores, mientras que el ministro de Economía, Luis Caputo, se consuela con la idea de que el periodismo profesional “tiende a desaparecer”. Caputo no es el primero en soñar con la muerte de una modalidad que se remonta al siglo XVIII. Desde hace años, en Estados Unidos los seguidores de Donald Trump se regodean de las dificultades enfrentadas por los medios gráficos más prestigiosos que se han visto privados por Internet de los ingresos procedentes de publicidad y de lectores por el bajón del nivel educativo de una parte cada vez mayor de la población. Con todo, es de suponer que siempre habrá una minoría que seguirá dependiendo de servicios que sólo los periodistas estarán en condiciones de suministrarles porque quiere mantenerse bien informada y no se siente asustada por quienes cuestionan la conducta y motivos de los gobernantes de turno.

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James Neilson

James Neilson

Former editor of the Buenos Aires Herald (1979-1986).

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